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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Wishbone Ash - Pilgrimage (1971 UK)

Esta reseña me ha parecido muy buena.......
Una vez estaba yo pasando los vinilos de una tienda a ver qué había por ahí, cuando sin previo aviso la portada más fosforita del mundo se me tiró al cuello y me dejó ciego durante un rato. Coño, si son de nuevo los Wishbone Ash, a quienes acababa de conocer por casualidad cuando encontré su magnífico There's the Rub en un rastrillo a un euro en perfecto estado y claro, había tenido que probar. Con todo éxito, por cierto. Así que este cegador Pilgrimage se vino también conmigo en aquella ocasión, y un tiempo después puedo asegurar que fue otra compra de la que no me voy a arrepentir jamás. Ahora que me he inflado a buscar información sobre el grupo y he buceado en su discografía puedo ubicar este "Peregrinaje", tal como fue traducido a la española su título en la carpeta, como una maravillosa foto fija del viejo 1971. Es el segundo disco del grupo, y supone una extraña y para mí casi inquietante madurez prematura sobre la ya prematura madurez del disco de debut. Si aquel homónimo Wishbone Ash había demostrado al mundo que esta gente tocaba que se las pelaba, Pilgrimage ponía los puntos sobre las íes con mayor claridad. Con premeditación, como diría un amigo mío. Y es que aquí se vuelve a la jam casi continua, pero de una manera mucho más estructurada, más sesuda, alcanzando a ratos unos niveles de elegancia que ya les permitía mirarse a la cara con sus más grandes contemporáneos blues-rockeros guiris (éste grupo tan conocido, el otro, aquél, you know, no gastemos más sus ínclitos nombres). Con la arrogancia de la juventud, el disco arranca desatando una arriesgada versión del enloquecido Was Dis de Jak VcDuff, (primera noticia de su existencia, ¿verdad?; yo estoy igual), metiéndonos en un extrañísimo rollo entre jazzero, colgado y naíf hecho de ritmo loco y una curiosa madeja de voces y guitarras que tararean al unísono el tema. Lección aprendida del disco debut, ahora ya o no cantan, o cantan poco o, como en este caso, tararean una tonadilla sin letra haciendo de la voz un instrumento más. Y a solear los guitarristas como si se acabara el mundo, mientras la base rítmica hace una vez más virtud de su extraña combinación del sutil color jazzístico de Steve Upton con el maderamen troglodita y zumbón de Martin Turner. Un grupo muy especial que se aprende a querer si se le da su tiempo. Un sonido que consigue ser único aunque no innove.
El segundo tema, The Pilgrim, es de los de diez sobre diez. Y es por cierto una de las mayores incursiones que el grupo hizo en lo progresivo, con su intro larga y envolvente diseñada para desembocar en una prolongada sección en 7/8. ¡Viva lo cerebral! Pero no es esta "machada" de paseo por el mundo de los números primos lo que convierte The Pilgrim en un temazo. Es un temazo porque lo es, y ya está. Es un fruto más de la inspiración más absoluta. Y solean los señores sobre el compás extraño, vaya si lo hacen. Estos tipos se calzan sin problema lo que sea, mientras se le pueda aplicar el color de las escalas de blues.
Y mira que no se parecen en nada -perdón por la digresión- a los guitarristas originales de Mercyful Fate, pero estoy seguro de que influyeron en ellos. Esa forma de lanzarse al cuello de la melodía, ese lenguaje a ratos extrañamente carente de silencios... el disco "naranjito" que nos ocupa debió lucir palmito en la tienda de Denner, y él y Shermann bien pudieron empollarlo a fondo. Fin de la digresión. Sigo. 
Aquí viene uno de los momentos más flojos para mi gusto, la swingueada Jail Bait. Sea el ritmo y la armonía tan obvios y mil veces escuchados, sea la voz adormecida de Ted Turner (que como excepción canta este tema), sea quizá la letra repetitiva... por alguna o varias razones este tema me resulta aburrido y sólo de vez en cuando no me "molesta" encontrármelo ahí en medio del disco. Para mi desgracia ellos opinaban lo contrario, y la dichosa canción seguiría apareciendo durante años en cualquier directo que te cruces, sea actuación televisiva, bootleg o disco oficial. En fin, no todo tiene que estar a gusto de uno... y lo cortés no quita lo valiente: el tema está repleto de guitarrazos de primera, como siempre. Tras este bajoncillo nos encestan, así sin tocar el aro, un cachito de jam llamada Alone y que no es más que una rueda infinita de dos acordes con una breve línea a dos voces (ah, claro, sí, las "guitarras gemelas" esas de las que hay que hablar siempre) vagamente concertada al principio que da paso como siempre a solos y más solos de guitarra. Los dos mendas soleando al unísono con pachorra, como si estuvieran pensando a la vez en la lista de compra del supermercado. Ni voz, ni parte B, ni nada distinto. De hecho rematan con un fade out y andando. La verdad es que les acusaría por ello de displicencia y morro si no fuera porque la cosa les suena estupendamente. ¿Ellos lo querían así? Pues bueno, venga. Qué disco más raro, y desde luego variado. Pasemos a la cara B a ver qué ocurre. Caramba, una nana en toda regla. Lullabye, juego de palabras entre "nana" y "hasta luego", es una composición exquisita, de nuevo instrumental aunque en este caso sin percusión, en la que lo bordan. El tema recuerda algunos momentos tranquilotes de los primeros Black Sabbath pero sin esa pesadez deprimente. Una gran nana, sí señor, que nos deja un aroma a válvula calentita y nos predispone a lo que viene ahora. Así es como de pronto, cuando ya casi habíamos zafado sin que cantaran mucho, (recordemos que no es la especialidad de estos señores), sin casi acelerar el paso se marcan Valediction, un precioso tema cantado en su totalidad al unísono por los tres individuos... qué peligro, madre mía. Es una especie de incursión en el mundo de los grupos de grandes voces y mucho coro, de la que salen más o menos sanos y salvos, no diré que sea un horror. El tema es una pasada, y no es por seguir tirando piedras siempre al mismo sitio pero de verdad que cuando paran de cantar y dan paso a lo instrumental la cosa respira mejor, le vuelve el color a las mejillas.
El final del disco es atronador (comparativamente hablando, claro, no estamos escuchando a Cannibal Corpse). Si echamos la vista atrás veremos que llevamos ya unas cuantas baladitas seguidas a la espalda, así que cuando entra Where were you tomorrow, (registrada en directo en el 71, ¡¡yuhu!!), trae consigo un viento fresco que hace pensar que igual el disco entero molaría más si hubiera sido hecho con público. Este temazo, que tiene casi todas las características que no le perdono a Jail Bait, me pone en cambio palote a más no poder. (Manías, sin duda). El caso es que sus diez minutazos son pura energía, un broche de oro. Es hora de tratar de asir, de aunar lo que hemos escuchado, y vemos que se trata de una tarea bastante difícil porque el disco tiene de todo, o mejor dicho un poquito de cada. Se trata de unos Wishbone Ash de transición, erráticos, un grupo que se andaba buscando y picoteaba de todo sin llegar a definirse. Mi opinión es que en esa búsqueda dieron aquí con algunos de sus momentos más brillantes. No sé si es un gran disco o no es para tanto, pero a mí me encanta, y a pesar de su exagerada variedad lo logro ver redondo, lógico, cerrado. Todo cabe dentro de su alucinógena portada naranja. La opinión mayoritaria sin duda camina en otra dirección, puesto que fue su siguiente trabajo, Argus, el que les dio el rotundo espaldarazo que los colocó muy arriba durante un tiempo... pero yo prefiero este Pilgrimage. En fin, para opiniones colores, como siempre. Una pequeña aclaración final: en alguna de las reediciones en CD, con la manía de añadir bonus tracks, aparece como octavo corte una segunda versión de Jail Bait, en directo esta vez. La pusieron en mi honor, por si quería dos tazas.

VER VIDEO VAS DIS

VER VIDEO THE PILGRIM

VER VIDEO VALEDICTON

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2 comentarios:

Pello dijo...

Muchas gracias. Nunca fui muy fan de este grupo, aunque escuchado este disco ahora me parece bastante bueno. Salud.

Pello dijo...

Muchas gracias. Nunca fui muy fan de este grupo, aunque escuchado este disco ahora me parece bastante bueno. Salud.